Incluye cardenales desde Oceanía hasta África, reflejando una Iglesia más global
que nunca.
Con una misa solemne en la Basílica de San Pedro y bajo un estricto hermetismo,
133 cardenales de 70 países comenzaron oficialmente este miércoles el cónclave
para elegir al nuevo papa tras el fallecimiento de Francisco, ocurrido en abril a los
88 años. La ceremonia litúrgica, presidida por el cardenal decano Giovanni Battista
Re, marcó el inicio de un proceso que conjuga tradición, espiritualidad y una
creciente complejidad geopolítica.
La misa "Pro Eligendo Pontifice" fue seguida de la procesión hacia la
Capilla Sixtina, donde los cardenales pronunciaron su juramento de secreto ante
los Evangelios, tal como lo exige la constitución apostólica Universi Dominici
Gregis. Con el tradicional "Extra omnes", se ordenó la salida de toda persona
ajena al cónclave, sellando el aislamiento de los electores.
En este proceso cargado de simbolismo, cada jornada puede contemplar
hasta cuatro votaciones. El resultado se comunicará al mundo mediante el
ancestral sistema de la “fumata”: humo blanco si hay papa; humo negro si no. Se
requieren 89 votos —dos tercios del total— para elegir al 267.º sucesor de San
Pedro.
Este cónclave es el más numeroso y multicultural de la historia reciente de
la Iglesia: incluye cardenales desde Oceanía hasta África, reflejando una Iglesia
más global que nunca. Entre los electores hay figuras de comunidades
perseguidas, diócesis remotas y grandes urbes, desde el ucraniano Mykola Byčok
(45 años) hasta el veterano español Carlos Osoro (79).
Mientras en el exterior se agolpan miles de fieles y más de 4.000 periodistas,
también se hacen sentir voces críticas. Un grupo de mujeres activistas encendió
bengalas rosas desde el Gianicolo para denunciar la exclusión femenina en la
toma de decisiones eclesiales, exigiendo mayor inclusión dentro de la Iglesia.
En medio de la incertidumbre y con múltiples desafíos —desde la paz
mundial hasta el cambio climático, pasando por la reforma interna de la Iglesia—,
el nuevo pontífice deberá ser, en palabras de los propios cardenales, “un pastor,
un maestro de humanidad y un rostro de Iglesia samaritana”. Las próximas horas y
días serán decisivos. El mundo espera con expectación el anuncio que llegará
desde la chimenea de la Capilla Sixtina.