Avanzan las investigaciones del crimen político que sacude a la Ciudad de México

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Irving Thomas

La hipótesis sugiere que se trató de un asesinato cometido por profesionales con experiencia y
apoyo organizacional.

El asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz, colaboradores de confianza de la
jefa de Gobierno de Ciudad de México, Clara Brugada, ha generado una fuerte
conmoción política y social. Ambos fueron ejecutados la mañana del 20 de mayo
mientras se encontraban dentro de un vehículo sobre la Calzada de Tlalpan, en la
alcaldía Benito Juárez.

La Fiscalía y la Secretaría de Seguridad Ciudadana han
confirmado que se trató de un ataque directo, meticulosamente planeado y
ejecutado por una célula delictiva profesional.

El crimen ocurrió alrededor de las 7:00 horas. Guzmán, de 42 años,
secretaria particular de Brugada, esperaba en su automóvil a Muñoz, de 52,
asesor político. Un hombre armado, que previamente había vigilado el lugar
durante días, se acercó con naturalidad y disparó doce veces con una pistola de
calibre 9 mm, hiriendo mortalmente a ambos. Cuatro proyectiles impactaron a
Muñoz y ocho a Guzmán, según reportes preliminares de la autopsia.

El agresor huyó en una motocicleta negra, abandonada poco después.
Junto a al menos tres cómplices, cambió de vehículo en dos ocasiones más
—primero a un coche azul y luego a una camioneta gris—, empleando unidades
robadas y con números de serie alterados para dificultar su rastreo.

Las cámaras
del C5 permitieron trazar parte de su ruta de escape hacia el Estado de México,
concretamente al municipio de Tonanitla, cerca del Aeropuerto Internacional Felipe
Ángeles.

La escena del crimen, según informó la fiscal Bertha Alcalde Luján, no dejó
huellas dactilares ni rastros de ADN, lo que sugiere el uso de guantes y una
logística cuidadosamente ejecutada. La pistola utilizada no tiene antecedentes en
otros crímenes, lo que refuerza la hipótesis de que se trató de un asesinato
cometido por profesionales con experiencia y apoyo organizacional.

Las autoridades han confirmado que no existieron amenazas previas contra
las víctimas, y no hay indicios de que fueran objeto de seguimiento personal. Sin
embargo, se determinó que los atacantes conocían su rutina matutina, lo que les
permitió preparar el ataque con precisión.

El jefe de la policía, Pablo Vázquez, ha reiterado que todas las líneas de investigación están abiertas, incluyendo la
posibilidad de un feminicidio, aunque no se ha identificado aún el móvil del crimen
ni a sus autores intelectuales.

La magnitud del ataque ha generado interrogantes sobre sus implicaciones
políticas. Aunque Guzmán y Muñoz no eran figuras públicas prominentes, su
cercanía con Brugada —especialmente desde sus años en la alcaldía de
Iztapalapa— ha dado pie a especulaciones sobre un posible mensaje dirigido a la
actual jefa de Gobierno, quien enfrenta uno de los retos de seguridad más serios
de su administración.

El gobierno federal, encabezado por la presidenta Claudia
Sheinbaum, ha otorgado máxima prioridad al caso. Las investigaciones avanzan
mediante el análisis de videos de seguridad y otras pruebas forenses, en
colaboración con las fiscalías del Estado de México y otras instituciones federales.

En palabras del secretario Vázquez: “Ninguna forma de violencia doblegará
a la Ciudad de México ni a sus instituciones”. Mientras tanto, sobre el pavimento
de Tlalpan, el doble homicidio permanece como un recordatorio brutal del poder y
la impunidad del crimen organizado en la vida política del país.

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